Las mujeres somos como el mar, a veces con oleaje, con marejada o marejadilla, a veces con resaca o en calma, ni nosotras mismas sabemos como nos vamos a levantar, ni como vamos a estar después de la comida o a media mañana. Yo la primera. Y vosotros, os adaptáis a nuestro estado de ánimo, a nuestro buen o mal humor, nos tanteáis y decidís si nos dejáis a solas, nos abrazáis, nos hacéis reír o nos ignoráis hasta que se nos pase.
No siempre acertáis, nos dais un abrazo cuando queremos la soledad, nos ayudáis con algo cuando preferimos hacerlo solas, nos intentáis sacar una sonrisa cuando en realidad queremos llorar. Por qué no nos dejáis nunca llorar, por qué os sentís tan mal si se nos escapa una lágrima y otra, y otra mas.
A veces llorar es la solución, y no es tan mala. No es tan mala, porque sabemos que después estaréis ahí, para decirnos que no os importa que tengamos la cara y los ojos hinchados, que estamos muy guapas. Mentirosos.
Sé que estarás porque me quieres y eso lo arregla todo.