Me llamas y quedamos, me mandas wasaps y hablamos. Podemos estar horas y horas de noche hablando de todo y de nada. Cuando estamos juntos lo pasamos bien, reímos, charlamos, recordamos viejos tiempos y pensamos en el futuro. Todo es perfecto. Sin embargo de la noche a la mañana, en un instante todo cambia, las conversaciones desaparecen, o resultan incómodas. Son raras e incluso incómodas. La química pasa a ser física fría, sin conexión. Tiempos muertos cuando estamos en línea que resultan eternos. Nos vemos a diario y luego casi nunca.
No te entiendo. Me das esperanzas y no me avisas de que son falsas. Me ilusionas y no me adviertes de que son reflejos en el espejo. Así no se puede. Así no. Tienes que decirme lo que te pasa, si es miedo lo que te asusta. Si es precaución lo que te hace ir despacio. Tienes que decirme lo que quieres, si a mí, a ti, o a nosotros. Necesito que te aclares para aclararme yo. Porque necesito verte, sonreír, reír contigo, hablar contigo, estar contigo.